Te estoy hablando desde una temperatura de 4°C, de mi cuerpo húmedo que ya no tiembla, está entumecido, apenas puedo hablar. Lluvias horizontales me golpean por todos lados, mis piernas se hunden hasta la rodilla con cada paso en un tapete de musgo, las fuerzas del viento me colisionan, penetran y atraviesan los huesos. Las manos blancas, corrientes eléctricas viajan dentro de mí, el frío altera mi circulación y mis ojos están fijos en el suelo.
Aquí las lógicas no son humanas, por eso estoy en peligro, hace mucho ha dejado de existir el paisaje, solo mi cuerpo tratando de buscar una estabilidad, pidiendo un poco de sol. Voy en busca del mundo subacuático que existe en las infinitas pequeñas lagunas, en los pequeños portales pantanosos que se han formado en el terreno, intentado acercarme a un universo paralelo que existe al mismo tiempo que yo, pero es desconocido. Ubico la grabadora con un trípode sobre un árbol, sumerjo el micrófono unos metros hacia abajo, oprimo el botón rojo y espero. Estoy inmóvil en completo silencio.